#RacistaMéxico




Hace unas semanas el caso de George Floyd le dio la vuelta al mundo, un hombre afroestadounidense había sido asesinado por un oficial de policía, el motivo, ser una persona de color. Nuestro país vecino, Estados Unidos,  es conocido por ser una nación racista, clasista y homofóbica, algo que siempre ha manchado a sus habitantes. Este acto, provocó miles de reacciones por diferentes personas y celebridades, que no dudaron en levantar la voz y pedir justicia. En un acto de solidaridad, muchas personas de diferentes partes del mundo se unieron a esta lucha, manifestándose en diferentes redes sociales.

México no dudó en sumarse al movimiento, compartiendo imágenes o escribiendo palabras de apoyo, algo que resultó un poco hipócrita para otros usuarios, quienes aseguran que nuestro país es igual o peor que nuestros vecinos del norte. No suena nada raro, considerando que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación aseguró que más de la mitad de nuestra población reconoce que se le ha insultado por el color de su piel, ha usado palabras como “indio”, “prieto”, entre otros, provocando que en muchos casos, personas que hablan algún dialecto, dejen de hacerlo o enseñarlo a sus hijos, por temor a sufrir insultos.

De acuerdo al antropólogo César Carrillo Trueba, autor del libro El racismo en México: una visión sintética, menciona que es muy común escuchar a los mexicanos decir que no existe el racismo en nuestro país porque casi no hay negros, también habla sobre que es una especie de tabú, pues nadie habla sobre la gran discriminación que sufren muchas personas. César asegura que en gran medida se debe a los estereotipos que tienen muy marcados los mexicanos, pues es muy común que las personas relacionen el nivel de educación, ingresos y oportunidades laborales con el color de piel, una forma de pensar muy común al igual que escuchar frases como: “Vas a mejorar la raza” (cuando alguien sale con una persona con un tono de piel más clara), “El bebé salió muy prieto, no ha de ser tuyo”, “Ojalá salga güerito, como su abuelo, porque era español”, “Trabaja como negro”, entre miles de frases que se pueden citar.




Este tipo de mentalidad viene de hace años, pues en las telenovelas, series, películas y medios publicitarios, es muy común encontrarse con héroes “blancos” y los villanos son los “prietos”. Después de que miles de personas utilizaran el hashtag #Méxicoracista, donde exponían todas las ocasiones donde habían sufrido alguna clase de racismo se volvío tendencia en un par de horas, con miles de historias o burla de otras, que aseguran ya es algo normal en nuestro país. También argumentaban que México actuaba con un gran nivel de hipocresía al apoyar y exigir cambios sobre el racismo en EU, pero en el país, miles de personas lo sufrían todos los días, de mayor o menor medida, algo que se había vuelto “normal” y no veían ninguna acción contra esta situación.


Aunque #Méxicoracista fue tendencia durante algunas horas, el tema no tuvo gran peso en los medios, de hecho, me atrevería a decir que ya fue olvidada. Ninguna marca importante se sumó a la causa en nuestro país, tal vez porque no hizo tanto ruido y para qué gastar publicidad en algo así. Nuestro país es muy hipócrita, nos indignamos por cosas que pasan en otros lugares del mundo; se enojan porque la imagen de unos hot cakes (Aunt Jemima) es un estereotipo racista; aplaudieron porque hace unos días, un hombre transgénero se convirtió la nueva imagen de la marca Calvin Klein, pero cuando Yalitza Aparicio fue el foco de miles de revistas y casas de moda importantes en la industria, los comentarios racistas y clasistas inundaron los medios, cuando mencionaron que Yalitza era la representante de las mujeres mexicanas, muchas se ofendieron por ser comparadas con una “india”.


Estamos muy lejos de cambiar este tipo de situaciones, por ser vistas como “normales” y porque no estamos haciendo nada para cambiarlo. Esperemos que lo que provocó #Méxicoracista sea el principio de un cambio, tenemos que empezar a hablar de esto, ser congruentes con lo que decimos y hacemos; no se puede exigir igualdad o respeto cuándo es lo último que ofrecemos al resto de la población. Hablamos de ser incluyentes, cambiar muchos estereotipos, ¿pero realmente estamos pensando en todos? o ¿solamente seguimos copiando las acciones de nuestros vecinos del norte?


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